14 mayo, 2013

Cardona

Por fin es primavera... o eso creo, que la climatología no parece estar por ello, o sí? 
Bueno, la cuestión es que para inaugurarla oficialmente este último fin de semana hemos salido por ahí, con los amigos, para quitarnos esa sensación de tristeza que se nos pega a la piel como si fuera gelatina y que dicen que se llama crisis.
Hacía mucho tiempo que no hacíamos nada especial y lo organizamos para sacar el mayor rendimiento posible a los escasos dos días que teníamos por delante.


Cardona es un pueblo que sorprende. Yo no había estado nunca, cerca sí, pero dentro no. Tiene un vitalidad que engancha, gente por las calles que suben y bajan, con recodos, casas entre edificios, plazas con sol y sombra y tranquilidad, prados verdes, tiendecitas por todas partes, nada de centros comerciales mega enormes, y sí muchas cosas de las que disfrutar.
El sábado lo dedicamos a callejear un poco (nos faltaba una familia por llegar) y a otear en las pastelerías, droguerías, panaderías, papelerías y tiendas de ropa y calzado que hay por doquier. Solo mirar...
El domingo...
Visita a Las minas de sal, muy didáctica y realmente se hacen cortos los cuarenta y cinco minutos que dura, volver y hacer alguna compra. Justo delante del hotel donde estábamos oh, sorpresa! una mercería de toda la vida, con sus delantales, sus batas y toallas, pijamas, lanas y... un escaparate lleno de trapillo! ni que decir tiene que me agencié uno con su ganchillo correspondiente después de hacer bastante cola y en domingo! Increible...


Salir de la mercería, entrar a comprar el periódico y encontrar el libro sobre las minas que nos había comentado la guía de la Muntanya de Sal: "L'Aleman" de Jordi Santasusagna. Ya lo he empezado :-)

Encarar la calle y topar con un mercadillo en la Plaça de la Fira, sí un mercadillo de fruta, verdura, bolsos, ropa, pero en domingo!
Comer y visitar el Castell de Cardona (eso sí, sin visita guiada, que llegamos tarde), pero valió la pena.  Es una maravilla, pero las rampas son realmente odiosas, casi estoy por pedir un caballo para poder subir!

Cansadísimos, volvimos a casa.

Y una vez desechas las bolsas, bañados y cenados, me subo a mi escondite en la terraza y veo a mi querido dragón, que ya ha salido para comer... ahora sí que es primavera!


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