Cuánto stress!

Me levanto con los ojos sin abrir y busco las zapatillas a tientas con los pies.
!Cuánto sueño, por todos los dioses!

Intento que mi cerebro se ponga en marcha a una velocidad adecuada para que los pensamientos se traduzcan en movimiento. Mejor dicho: en movimientos coordinados, a estas horas mis articulaciones se niegan a obedecer: que sí, que el pie primero, luego la rodilla... ainsss, qué dolor de espalda (tengo que cambiar el colchón, por que parece que Morfeo se ha olvidado de mi).

Mientras estoy en la ducha hago un repaso mental de lo que me espera a continuación:
- Vestir a Claudia
- Vestir a Helena
- Darles el zumo de naranja
- Preparar los bocadillos y el biberón
- Preparar las mochilas, j...r, ayer no puse a tiempo la secadora y tuve que levantarme a las 12 para ponerla, así que las mochilas están sin hacer
- Tiene piscina Claudia en el esplai? ahhh, no, hoy es miércoles. Mañana si.
- Dejar a Helena en la guardería (espero que hoy no llore, se da cuenta de que su hermana no va al cole, pues no es lista ni nada la niña...)
- Comprar el periódico (esto último es capricho mío: me gusta desayunar y darle una ojeada, qué le vamos a hacer, soy de las que les gusta el papel por la mañana)
- Mmmm, creo que ya está todo... gasolina, tengo que poner gasolina esta tarde.

... pero dónde está el marío? si es que me voy a morir antes de salir por la puerta de casa!!! Argggg!!!

- Cariño, ya voy yo a comprar el pan, bajas tu a las niñas, ok?

- Si claro, cielo, ya bajo yo a las niñas, les doy el zumo, preparo los bocatas, las bajo abajo, preparo las mochilas, me plancho la falda, y las meto dentro del coche, mientras tú vas a buscar el pan. (el tono es cínico y machacón, lo sé, pero no me sale de otra manera, aunque como lo digo sonriendo tal vez no se da cuenta) Yo también te quiero! -le grito desde la cocina.

Por fin tomo el camino al trabajo, conduzco relajada, suena una canción de Abba en M80 que me sube el ánimo un poco. Un coche pasa olímpicamente de hacer el ceda y me obliga a frenar...
- pero qué pasa, es que no me ves! -le grito desde dentro, y cuando puedo me pongo a su altura.

La tía va tiesa como un pollo de perdiz, mirando al frente y desisto de mi intento de llamar su atención; ya tiene bastante, con esa manera de conducir un día de estos se va a llevar un buen susto. Respiro hondo y sigo mi camino.

Me cruzo con gente que hace footing al lado de la carretera, qué afortunados... Bicis, rollers, gente caminando a buen paso cuando aún no aprieta el calor y la humedad de este delta. Pienso que debería acostumbrarme a hacer la primi, a ver si un día me toca y me puedo dedicar a vaguear :-)

Llego al trabajo, aparco y subo a la oficina. La pijismiquis aún no ha llegado... aunque claro, nunca llega antes de las nueve y media y son las ocho y media... ¡las ocho y media! pero ¿por qué corro tanto? subo las escalera y me cruzo con el segurata del peluquín. Buenos días y adiós.

No le soporto, huele a pachulí y se cree que es una especie de Flavio Briatore, con la camisa abierto a lo pecho-lobo y lleno de cadenas de oro del grosor de mi muñeca...pero claro, será por lo feo, por que por la cuenta bancaria, nanai!

Por lo menos he conseguido que mantenga una distancia prudencial hacia mi persona, no soporto que invadan mi espacio vital ni que se tomen confianzas conmigo, si no es que yo la doy. Es simplemente una cuestión de respeto y buenas maneras.

Voy a la mesa de la pijismiquis y saco las llaves: soy el ama de las provisiones, jejeje. Abro el armario y me hago un café con leche, ojeo el periódico mientras me como el bocadillo. Sin cafeína y bocata no arranco.

La gente empieza a aterrizar (nunca mejor dicho) y la cocina empieza a ser invadida, así que lavo mi taza y hago mutis por el foro. Se acabó la tranquilidad.