Ya hace mucho tiempo que no estás, pero hoy, no sé por qué, me he acordado de ti, de cómo eras y de cómo te fuiste. No sé a santo de qué, pero me ha venido a la memoria el traslado de instrumentos cada vez que teníais un concierto, la mudanza cuando te compraste el piso, las noches enteras de charla en el Código, cenando en el Racó o comiendo algún domingo en el Capistros...
Desencantado, desilusionado a veces, optimista a ratos, pero siempre con ese punto nostálgico que tienen los viejos roqueros, un poco como de vuelta de todo, pero al que se le encendía la mirada ante una canción nueva o un acorde improvisado... o cuando veias una chica guapa. También te reías y mucho, cuando nos poníamos a hacer símiles persona-animal, te acuerdas?: esa tiene cara-sepia, aquel es un caballo guapo, jajajaja... y así hasta que se nos saltaban las lágrimas. Noches interminables en la bolera, jugando al billar, hablando de música (cómo no, del Boss, de Elvis, Costello, siempre la música), de libros y de cine, forofo como nadie del cine negro, de las películas antiguas, aunque fueran de serie B.
1 comentario:
Hola Luisilla. Te has puesto triste esta vez.
Recuerda a Carlos en Verde, amarillo, rosa, azul... Seguro que él se merece todos esos colores.
Saludos
Publicar un comentario